jueves, 27 de enero de 2011

¿Está bien pegar a nuestros hijos?

Por supuesto que no, no querría que pensarais de entrada que estoy a favor de ello, a pesar que a día de hoy todavía hay gente q piensa que una bofetada a tiempo es educativa o que no pasa nada por pegar a los hijos de vez en cuando si se portan mal, total nos van a seguir queriendo igual, no los vamos a traumatizar por un bofetón… Esa costumbre, tan arraigada, sigue estando entre nosotros y hay gente que hoy en día la sigue practicando, a pesar de que, el pegar a los hijos, está prohibido por la legislación española.
En la crianza y educación de los niños hay que fomentar el respeto desde pequeños, ¿cómo nos van  respetar nuestros hijos si les pegamos?,¿esa es la forma que tenemos de solucionar un problema?¿qué les estamos enseñando?,¿hay que infundir miedo para que nuestros hijos nos hagan caso y comprendan las cosas?, la respuesta está clara, no, jamás.
Llevo ejerciendo como maestra diez años y como madre tres, abogo sin duda por el diálogo y la comunicación tanto en el aula como por supuesto en casa, cuando un niño o niña se porta mal y su comportamiento no ha sido  el correcto, sea lo q sea lo que haya hecho, y tenga la edad que tenga hay que enseñarle y educarle pero siempre desde el diálogo, no desde las amenazas, el miedo o la coacción, por ahí no vamos bien, el niño que hace algo mal y se le pega, quizás no lo hará más, ¿pero, por qué?, ¿porqué  ha comprendido que su acción es  incorrecta o por miedo a que le vuelvan a pegar ?,por supuesto que por temor a una nueva represalia física, por lo tanto desde aquí, defiendo una  educación correcta, respetuosa con la infancia y coherente con nuestros actos.
Educar a los hijos no es una tarea fácil, lo sabemos, hay días duros que todo se nos hace cuesta arriba, los niños hay momentos que nos lo ponen realmente difícil, cuesta tener paciencia y mantener la compostura, pero como adultos hay que saber manejar las situaciones y si en algún momento cometemos el error de perder los nervios y dar un cachete, ser capaces de pedir perdón. Estaremos enseñando a nuestros hijos una lección llena de humildad: los papás  y las mamás a veces  también se equivocan, hay que saber pedir disculpas  por supuesto también a nuestros hijos.

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